Ahí tenemos uno de los protagonistas de nuestra visita para conocer a uno de los proveedores del supermercado. No estaba solo.
Esta fue una pequeña parte de un fin de semana completo, un fin de semana en la naturaleza del parque natural de las Fuentes del Narcea e Ibias. Como leí en algún sitio en las Fuentes del Paraíso.
Nuestro alojamiento fue en el pueblo de Gedrez, en una casita rural dependiente de Casa Funsiquín. Un sitio imprescindible, por su cristalera impactante, su comida deliciosa, pero sobre todo por el trato de su gente: ¡Gracias de nuevo!
Y ya en Gedrez aprovechamos para recorrer la carretera que lleva hasta Monasterio de Hermo. ¡Un pueblo, sin monasterio a pesar del nombre! La carretera serpentea al lado del nacimiento del Narcea atravesando un impresionante hayedo.
¡Qué vistas!
Tampoco faltó la imprescindible visita a Muniellos y la duda eterna ¿Pero, había tantos árboles en el mundo?
Visitas a Tablizas, La Viliella, o el Centro de interpretación y sus miradores nos permiten realizar rutas sencillas en las que apreciamos la inmensidad de este bosque.
Y otra duda: ¿Aparecerá el oso? La miel (por si acaso) está bien protegida en los cortines.
¡Y la carretera del Connio!
A un lado Muniellos entre las hayas.
¡Que barbas tienen la hayas!
Llegada a San Antolín de Ibias y visita a la palloza.
Y antes de estar en los tejados el brezo en todo su esplendor.
La vuelta por el pozo de las mujeres muertas. ¡Vaya con el nombrecito! Cuando estás arriba lo entiendes. ¡Qué hendidura!
¡Y se acabó! ¡Qué pena! Eso si: ¡Hay que repetirlo muy pronto!
Antes de terminar y con la batería bien cargada una vuelta en Kart en el circuito de Cibuyo.
¡Hasta pronto Fuentes del Paraíso!